Los nuevos engendros mediáticos, hijos putativos de realities de cualquier pelaje, peleas sin sentido o favores sexuales, no se conforman con su notable falta de talento sino también que carecen de memoria. A diferencia de Jacobo Winograd o Guido Süller, estos nuevos payasos de LCD creen que su vida nació gracias a San Tinelli, como lo llaman desde su debilidad por la genuflexión.
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Olvidan, con la facilidad con que destruyen una canción, una coreografía o la conducción de un programa, sus primeros pasos por los programas de la tarde pidiendo a gritos un minuto de pantalla para hablar mal de cualquiera con la sola finalidad de cartonear un segundo de fama.
Abusan de la paciencia de todos con sus choques frontales con el lenguaje o la facilidad para la creación de nuevos insultos. Pero después, por obra y gracia del rating, sus figuras comienzan a crecer bajo la misma consigna pseudo científica de los recordados Sea Monkey: nacer de la nada. Y allí comienza lo que ellas llaman carrera y que cualquier tipo con dos dedos de frente definiría como milagro. Lisa y llanamente.
Después son descubiertas por Marcelo Tinelli quien, con su fino olfato, sabe que esos engendros le servirán para que se tropiecen en sus programas con un paso de baile o una nota musical en busca de un cantante. Y si tienen un poquito más de suerte algún productor las llamará por sus horas de vuelo en Intrusos, sus tapas de Paparazzi o sus entradas en Primiciasya.com. Y si tiene una suerte excesiva y generosa, se casaran con un futbolista o empresario y le comerán la billetera sin piedad para después transformarse en señoras tapadas por el naranja de Hermes o el turquesa de Tiffany.
Pero ellas, con el carné de tontas en las mano, recitaran como una letanía que todo se lo deben al cabezón. Tal vez porque eso les haría olvidar su pasado casi prostibulario antes de treparse a un caño con la excusa de un sueño. Si el único sueño que conocen es el que sienten después de su paso por Sunset en busca de la moneda perdida. Da pena escuchar a alguna aspirante a conductora desviviéndose por chuparle las medias a Tinelli cuando su carrera comenzó el día que su lindo culo fue observado en Intrusos por un veterano productor.
Ni talento ni nada. Culo y pelea. Pero ahora es convocada por la casi desaparecida revista Gente y su ego se dispara a la estratosfera y cree que puede ser la nueva Susana Giménez. Lástima que no tiene el carisma de la diva y la revista ya no tiene el mismo peso en el medio. Si ella supiera que en esa redacción, hasta no hace mucho tiempo, a ella y a las demás chicas de calendario de gomería las llamaban despreciativamente “Las putas de Paparazzi”. Pero ellas, desde su limitación regada cada día por sus peluqueros, son felices si las llama el Chato Prada o los periodistas de las revistas fashion que necesitan vender para no desaparecer.
Nosotros tendríamos que agradecerle a Tinelli que con sus musicales deja al descubierto la inutilidad absoluta de algunas que se jactan de tener carrera o estudios. Da lástima verlas arrastrándose por el estudio creyendo que eso es un paso de baile o destruyendo sin compasión cuanto tema musical se le cruce en el camino. No le pedimos talento, no le pedimos humildad. Sólo un poco de memoria y agradecimiento.
Que no olviden que su vida útil depende pura y exclusivamente de su presencia en los medios. Si fuese por sus habilidades hoy deberían estar cobrando peaje en la panamericana. Y a algunas no le queda mucho para ese momento.
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